Mis manos nunca fueron costureras
Sólo aprendieron a manejar sus instintos
Y similar el origami húmedo
De sus emociones.
Mi abuela descansa junto con sus manos.
Sus manos nunca jugaron con los naipes
Y que precisan de la habilidad
A la hora de la aguja.
Mis manos se parecen a mi abuela
Su fuerza es la del camello queriendo entrar
Al reino de los cielos.
El hilo sigue su curso y luego se detiene
Se ha comenzado a escribir.
Carmen de la Lengua.
1 comentario:
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