domingo, noviembre 22, 2009

En esto que se llama II- III

Decirle al día
que sus rayos
son los refugios
de esta mañana
que terminará en la playa.

A lo lejos un sol
condescendiente otro
rugido aerodinámico
y una mirada
a lo seguro que me
llama a caminar.

Y sigo aquí
en esto que se llama
soledad.

Palabras que matan
Livertad Lirika.
Magdalena diciembre 2004
Prefiero llamarte que espiarte bajo una cortina
inhabitable
Prefiero besarte y esperar que tu aliento me
recrimine el alejarme de ti.

Porque llenas mi sol y mi sapiencia
y sabes llegar a mí como una entonación gótica.
Saltar y burlar que fui del cielo
llorar e irradiar recordando
que fui sol, mar, grieta
y temores.

Es mi ser carente de azules
en un paisaje de brujas.

Mi suerte no es aquella

que junta mi vida
con los juegos prosódicos.

Mi suerte es solo la inercia
corruptiva del frío selecto
de los campos de metano.
Es la determinación que clama
mi sapiencia y mi última expresión.
Me señalas con tu índice disfrazado de estrellas convertidas en miradas. La mía en cambio, sólo conoce las veras de tu alma.

Y aunque te despidas, sabrás por mi rostro, que terminaré mis días sobre ríos revestidos de carbono.

En esto que se llama II- II

Infantil descanso
en la arena
del mundo
bajo las penas
del silencio enloquecido.

Y sigo aquí…


El cielo ha devorado
una especie antigua
y suplicante
aunque sabia al
destino voraz.

Para alabar la luz
que suplica una
semilla consciencia
coincidencias
de un instante de ignorancia.

Confesión de medianoche

Hoy el día se ha rendido al horizonte
triste reserva
de tu frente sin recuerdos.

Hoy el dominio de la luz
ha aterrorizado su aureola
convirtiéndola en luna.

Una luna ausente que
camina a un confesionario
provisto de espartanos.

y cielos mil estrellas.

Caducidad en los minutos



Todo es fácil ahora que reduzco los minutos como una membrana de papel. Tu mirada en tanto me define colores de cielos balsas transeúntes. Y soy parte al fin de ti.

El reloj de mi espera ha decorado su arena, yo no necesito la ley de los recuerdos. No necesito ni siquiera al tiempo porque en ti amanece y presumiendo de sus agujas. Aún trato los dominios de mi impaciencia, aunque mi retrato se estigme de tu ausencia.

Tu Nombre

Las noches me aceleran tu recuerdo
la flor se despierta infinito
y tu imagen que en degrades se irradian.

Lejos el valle, el paso de las aguas
la niebla impía de tu distancia
y muy cerca en esencia, tu nombre.

En esto que se llama II – I

Entre sonidos refrescantes
las turbinas y las
falsas brisas llaman
a los elementos de
mi cuerpo rojo.

Para de ignorar una
tarde ignorada
por el triunfo
y un entorno
dactilar hace el resto.

Y vigilo un camino
desde abajo
donde arriba
crecen vidas
y sonrisas de guía.