Los niños comprendieron lo que es volar, por sus abuelos. Ellos están en los cielos como payasitos en pos del té. Eso basta para iniciar los juegos y para decir que diosito no tiene dónde aterrizar.
Los niños, hablo de ellos y ellitas, parecen divertirse con sus lápices. Ignoran el arbol lloroso y atrás frondoso que creció a la fuerza. El carboncillo que nace en las noches. China, una nación que llega como va y que igual se aleja.
El deber , una caligrafía que se proyecta para la tarde, ante la mirada atenta de la noche.
Vitarte
20/11/08
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