
I
Nuestros padres han conocido la espada finalmente.
No la blandieron esta vez para cuidar su alma
sólo la sometieron a su inmortalidad.
Pero quienes somos jóvenes aprendimos de su arte.
Empuñándola con destreza nos hicimos a las noches
en busca de un juramento para nuestra sangre y mocedad.
II
El Marqués era un fantasma en vida
sus días una indiferencia para el pueblo.
Y ni aún enterado valoraba el precio de la muerte.
Las cartas estaban tiradas hasta que llegó el ataque
la cruz se aprestó a dibujarse moribunda.
La cruz que antes fue sangre.
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