viernes, agosto 17, 2007

Venus Vejada II

No reconocí, lamentablemente, el himen , ni siquiera distinguí el elixir cristiano, que como suelen decir, brotaría de sus pliegues; era sólo en ese momento un mitológico y fogoso minotauro sobre el cuerpo de mi quinceañera. Ella sembró su aliento de doncella golosa sobre mi sexo, aprendió a contar sus clásicos vellos, la flor pestilente de su vulva me incendiaba de vida; jugaron a las escondidas nuestros ojos, ella hacía trampa en algún momento, reía de su desnudez como una reina inseminada de placer y yo un torpe príncipe que añoraba su ser batracio.

Su madre recogería la belleza impregnada en sus sábanas, el viaje estuvo bueno señora Moore, Buenos Aires con escala en Montevideo (Junto con la mayor, claro y la menor en casa con la empleada). Pero el destino es dulce para los amantes. Las caderas del ser que fue consagrado ser, se recostaron sobre ese instrumento que dio forma al placer (La empleada fue por sus vacaciones en Loreto). Una coloración extraña sorprendía sus ojos y no se trataba de baba, ni lágrimas, ni excretas, ni chocolate en cajitas. Loreto queda tan cerca de Buenos Aires.
Santa Eulalia
30/07/07

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