Nunca tuve un abuelo. El de mamá sí, pero era como un saludo de cerca a las nubes. Nunca jugué con unas barbas, nunca pregunté una hora bendecidad por las tardes, ni siquiera sentí un aliento que me dijera "Ya anochece" sólo aprendí a coser mis ideales, solo o quizás muy solo.
Así, para los minutos que concedí a la rubia, y ganarme un Yann, su presencia y su mano amiga; me indicó que se aprovecharon de mi mirada; como si extrañara un juego con las barbas de alguien.Todo es un juego,pero aún así estoy solo, muy solo.
Surco
08/04/08
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