a María
Eres la lección de los montes,
una luz acariciante, una voz sobre
mi mente infundiendo mansedumbre.
Y tengo a tus ojos de mi lado.
En tus caminos sólo hay pinceles de instantes
y un óleo reservado para tu sonrisa
de tardes, valles y juegos.
Eres mis besos asustadizos
la inocencia que se resguarda al tiempo
como una llama abrazando al frío.
Y tengo a tu sombra de mi lado.
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