
Mírame. Tu voz se prohíbe tocarte. Tu voz se desviste al desearte. Mientras recojo tu mirada marina. De entre los peces que se sumergen a mi angustia.
Y no hay nada tan celeste que este infierno. Y no hay nada tan desearte como este invierno. Sin ti.
Y no hay nada tan celeste que este infierno. Y no hay nada tan desearte como este invierno. Sin ti.
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