Nuestros gatos olvidan siempre sus botas a la hora de enfrentar a los cerditos. Pareciera que esa vida de páginas en blanco se escapara al rumbo de los siete mares, donde olviden a los lobos sedientos y a las abuelitas de tejer.
Y así y así nuestras hadas bailan hasta la hora del patito y el batir de sus alas. Aquí no estoy exento de la música mientras los ratones hablan maravillosamente de las flautas, lo sabe muy bien el patito y cada niño olvidado de si mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario