domingo, diciembre 30, 2012

Música para Dos


Terminaron nuestras horas, queda un compás que remece nuestras espera. Una piel que nos traduce las mentiras, como si fuéramos niños de roble o finas especies de occipital trepanando el tiempo.
 
Aquella claridad que toma el ritmo y se apodera del viento, ha decidido clavarnos su voz de saeta, para establecer el sol a sus fines sostenidos. Mientras los oráculos nos predicen las fresas de conserva de durazno.

Pero he aquí que en tu genialidad, el rumor del océano se ha interpuesto a sinfonías. Y un para siempre aquí, se ha disuelto distante entre las estrellas del sonido.
 

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