Tiene en su interior la constancia de que alguien puede sobreponerse al sueño y al recuerdo de las luces, como una llamarada de ternura que se infinita a la eternidad. Y es tan sutil, vertebrada y rendida a los sellos que nos comunican con un yo de pasos fieros, cercanos al viento.
Hay melancolía en sus hojas y esperas y minutos de bandejas que llevan terapia de horizontes. Pero en esa quietud de árbol eterno e intemperie, surge de nuevo mi voz que quiere ir más allá de los confines; y que con una sonrisa parece todo aliviar.
Lince
31/03/2025