La noche nos devora, aunque apagada. Recurre a nuestra piel y nos cubre de cielos infinitos y estrellados por la historia. La noche nos deplora.
La noche nos cuestiona, aunque frígida. Responde a nuestra soledad y nos besa con tiempos de segundos y calendarios. La noche nos ignora.
Pero apenas, aparecemos. Y nos dejamos ver.
Por la noche.
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