
Su vida eligió la luz de sus cerillas, una razón para mantener a sus pasos entre los senderos calurosos de la calma; para intervenir las noches con su esencia.
Entre formas vivientes, entre las ansias de cigarrillos y de soledad. Pero la monotonía también sabe de indiferencias y es ante el tumulto que sus ojos sucumben al caos.
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