viernes, abril 27, 2012

Sin Título



Entonces me olvidé por un momento de su estilo de danza, de su cansancio expuesto y sus    dones de confianza, porque llevaba una medalla de luna clavada en su rostro; y era feliz como sus pasos de noche.

Y fue así que necesité ser uno más o apenas alguien con un huevo de criterio, como para rodearme de su voz, acariciar sus hombros y sentir por un momento el bello paso de la luz sobre su alivio de tan sólo respirar

Mientras el mío apuesta por el azul descanso de los cristales, donde la noche existe para algunos, siempre y cuando lo perciban así nuestros ojos; y fue así…

Que cambié mis pensamientos, por tratar de refugiarme en su voz como un conejillo listo para la zarza, impregnado para siempre; y lleno del recuerdo.

La Molina
11/04/2012

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