Acaso en jugar transcurro, en la evidencia cercana un tiempo. Apenas redactado en unas hojas que despegan su mirada de la nada y yo sólo un opositor a esa jugada que olvida las reglas.
Suena el auricular del teléfono y ya es tarde, y mi juego se torna en derrota. Es madrugada y no me despido, dejando atrás la sosobra por un poco de deber. Desentendiéndome al amor y al ocaso. Acaso en jugar transcurro.
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