de sueños
con corteza, en pleno vómito de sal.
Y que desprecia mis ocho cuartos de harina
preparada,
y no hay mejor pastel que el del horno de mi
abuela,
y no hay mejor abuela que la que está frente al horno
y de noche
con la abuela de mi abuela,
que fue abuela por la madre de mi abuela.
En fin la noche tiembla, como un verso
hambriento de galletas
y de pasteles
y de caricias
de una misma corteza beoda e impar
y sin segmentos
y sin glucosa
en pleno abastecimiento digestivo. Aunque la culpa
bien puede ser de mi abuela.
Santa Anita
31/03/07
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