La elegancia no es cosa de monos , le respondo a mis gustos cuando decido finalmente olvidarme de ellos.
Ellos mudos como el tiempo van tristes como gorilas acordándose de mi presencia vinculada al hogar. Sentidos casi un fundamento rayano a mis postres y a una decision de atuendos.
Pero no hay rayos que me oculten estando destinado a ser una figura de dios con forma de plegaria. Al dios que evocamos para cuando nuestros números finjan de tareas.
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