martes, diciembre 21, 2010

Tu sonrisa, como el resto de los aspavientos terrenales, no conduce a reducir el semblante. Tu sonrisa marca luz agua bendita, no es más que un precipicio que alardea a sus vientos. Acaso como una llama dispareja apostando por el frío y el carbón.

Yo apenas te soy sin ti, apenas me voy del aquí, alterando un para apenas dar tras el horizonte de mi puesta en marcha, tras la escandinava rendija de mi tiempo que me pierde de este aquí.

Por un poco de allá, desde esta posición que me inclina a morir; por tu sonrisa.

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