La suavidad del frío apenas pronuncia mi ser, a la altura
de un dios que se yergue de entre la brisa y tu nombre; Atlántico. La arena
respira, mis pies trascienden como una nube cuya envergadura, resplandece
azules pulcritudes a una sola idea; la de tu nombre. Atlántico.
Y bien el sol ha recogido sus versos llanos de caletas y
aves vírgenes, la luz del cielo en mi memoria y el oeste que apenas existe;
feliz resplandor eterno de cristales. Espejo eterno de tu nombre, Atlántico.
La estatura de las olas sus impresiones de ante el joven que
sólo siente el frío del amor y de la naturaleza casi infinita, espejismo
inmenso de fragilidad. La piel, el placer y el pensamiento que se escapa a la
dulzura del sol, casi que se aparta universal. Tarde revestida a fortaleza.
Atlántico, apenas sonrisas estelares combatiendo en la arena
luminosa de los tiempos y el poderío del borde de las memorias. Atlántico es tu
voz, tu belleza de sirenas reinando desnudas ante mi presencia. Atlántico de
ti, aún álgido y sin fin.
Rio de Janeiro
22/02/12
22/02/12
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