Mi abuela siente la consistencia de sus años y se prepara para sembrar y hacerle frente a la panadera. Aunque se queje es bueno recordarle la importancia del deporte frente a una sana envidia.
Aunque mi madre luzca displicente su solo felicidad se colma de jugos y productos de belleza y no hay oraciones finales como para un epílogo de cuentos. La noche nos reinventa el concepto del miasma y el lonche acoge la presencia del mar.
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