Las brisas se refrescan
con el afán elemento
de las turbinas
sobre mi cuerpo rojo
Ignora acaso la tarde
el triunfo de mis dedos.
El descanso entonces
va infantil al mundo
de la arena y las penas
del silencio enloquecido
Y sigo aquí...
Una especie es devorada
por la sabiduría del cielo
olvidando así la antiguedad
con que esperaba el destino
La luz se alaba en semillas
la conciencia del instante.
Decirle al día que sus rayos
parecen refugios de la playa
a lo lejos el sol su mirada
ruge aerodinámico al caminar
Y sigo aquí...
En esto que se llama
soledad.
Versión original en 2004
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