Escena de caza frente a una heladería, la voz de un niño, la inquietu de un padre dibujado por un pan, su quietud; la del seno que deserta su vida como galardón para un triste ciego. Más pasos, una caricia al espacio que adquiere los colores de un canto; y la vida, como un espejo más.
La música se despide de un imperdonable escenario, las personas también sabemos de altos y bajos, bajo una grieta que se propaga en los zócalos, bajo una sílaba que se pierde como reno en una escena de caza.
Surco
12/06/07
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