de miedo, y me convierto en una falacia
de quinceañera, acabar el parque
y acabar con el júbilo de morir
sin volver a conocer.
La tierra es redonda como el pato erosiona
sobre una soledd distante a una turbina
distante a una huella de oso herido, como un vate de sal.
Como una afirmación a tus labios y un destino de geneflexión
y es volver a no pasar y pensar en no pisar una vez más la figura
de un hueso que se esconde en un silabeo inmaduro.
Y no voltear porque ya el sol es inmaduro como que ciega y olvida
que tras ese puente llamado vasto, un niño regresa
a jugar con sus pasos.
La noche es fiel y clara taciturna, a lo lejos declara que existió
alguna vez, que dibuja unas palabras entre medios de vida,
y que murió como cruelmente rojo canto.
Hasta siempre último suelo.
Bellavista
24/04/07
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