miércoles, mayo 02, 2007

Y Ahora que esa Piedra Vuela

a José Watanabe (i.m)

Niego la silueta del verso y su horizonte
descompuestos en una taza de café,
y dejaré el canto al fauno de tijeras
mediré sus ser desde una entrada de
tinieblas, en un deleitar de secos
sobre la tarde, desde la herida
que acciona sobre sus gustos
en un rotulante exceso de retórica.

Y el alma que sabe de letras
juga con la palma de sus libros
y esconde un ala sobre la
proximidad de un saludo
aquella tarde, envenenada de libros
y de visitas sureñas que distanciaban
de tu rostro y tu ascendencia,
segmento inverso de
expresión y canto.

Cual fuerza que teje voces de esperanza
y de esperas cercanas a la caligrafía
y era bien ese tan de ese bien,
que en esencia un punto constante.

Y ahora que esa piedra vuela, sobre
luces congeladas y recuerdos, renace
el verso embebido de cristales, de formas
expuestas a un análisis de frescuras escondidas
tras la puerta.

A manera de pasos y hacia un litoral
propincuo al recuerdo. De accionar estoy
que vengo y exagero, pero no sólo por un ritmo
de ríos y de pieles, sólo que aquí se aprende
tan bien a soñar.

Y a volar y ahora que esa piedra puede volar
ahora que tu nombre se impone entre mis falanges
y se aloja como impregnancia delicada, agilizo el estro
y en el resto, que bien se acoge de la muerte, tan meridional
y diligente como un horizonte de vida.

Y ahora que esa piedra vuela.


Chosica
05/05/07

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