Ocho horas y el más joven piensa en su madre/ un aparato que ayuda a evocar su regreso
nueve metros los separan de un río y del cansancio / diez los minutos que predecirán.
Once marca un vetusto reloj cubierto de sombras / fogata en doce miembros de madera
trece los minutos de tormento a unas liebres / catorce para el hedor y sólo quince de calma.
Las mimbres no ocultan el hedor lo sabe el mayor que reza / no quieren tu vida sólo tu alma
noventa pulgadas de humanidad perdida rondan / doscientos ocho razones a temer.
Lentos los pasos que resuenan en sus mentes enmudenciendo / aroma mortuorio y viviente
trescientas pulgadas separación movimiento de los carpos / sudor intenso y desconsuelo.
Muchas horas pasadas la muestra horripilante / silencio destrucción y rechinar de dientes
madrugada ósea de mudos semblantes / secreto a jurar por el silencio de tu recuerdo.
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