viernes, diciembre 21, 2007


Sin mí sería una oración de tanto esperar, un viento depresivo que no sabe de lienzos a causa de un arte que se le escapa de la vista, caso que prefería mil veces frente a mi ya mencionada transformación polar.

Un felino ronroneo (metálico como un grillo), es un tren que se dibuja criminal mientras espanta a la vida que aún no sabe de sedentarismos, a tanto andar de su conocimiento de rieles rayanas a su soberanía.

Un ser que siente a dos madres en un beso, un ser que salta su amor para sonreirle al paso de los años, como una nieve que cae indiferente, como una nieve que aparta su saber y que sólo concedió su color a los cabellos del tiempo.

Es hora del almuerzo y en casa de Mariella desfilan los abarrotes, un baño maría, un picado, nada puede escaparse y seguir aquel ejemplo de tiempo atrás; lo sabe su mascota y aquellos dos colores que confunden la dulzura de toda caricia.

Y es extraño sentir que un ser se ame de carencias restricciones y en un mundo de llantos, contradiciendo el sentido de vivir enamorado, aún así mis labios siguen intactos y me aparto de ese erario que sólo sabe de sobornos.


Dos árboles marcan el acceso a lo que sería un parque, dos arbolitos parecen despedir a todo quien pasa, así se turnan manejando las presencias, como quien maneja un entorno natural, al río al barro y a mi soledad de a pocas veces.

Y aparentemente llueve, anticipó el anciano sin hogar, anticipando un que al verbo en futuro; como simulando un consjeo acaso triste , acaso acogedor para un ser que espera simplemente ser el único testigo de su última presencia.



La Perla - Chosica
15/12/07

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